Catalina
- 53m
- Todos los públicos
Catalina no se va de fiesta: es una fiesta en sí misma. Antes de salir se prueba sus cuatro medias rotas a ver cuáles le quedan mejor y por la mañana se descubre el pómulo morado, los pespuntes de dentelladas, las agujetas en los gemelos, la afonía. Catalina se revienta y consigue, a fuerza de besos bien y mal dados, que las demás se revienten. Frente al “Madame Bovary soy yo”, que no quiere ni en pintura, Catalina declara “La rumba soy yo”, como Andrés Caicedo en su novelón ¡Que viva la música!, el cual nos enseñó a chuparnos el pelo como Lectura fácil de nuestra compañera Cristina Morales (Premio Herralde 2018) nos enseñó a clavarnos el pico de la mesa. Catalina peca de danza y de literatura, pero expía su cultura con su poca vergüenza.